25.5.10

La vista por el camino a Engelberg


(La imagen arriba que yo saqué en Suiza inspiró mi poema, pero la foto no puede capturar el esplendor de la vista.)

Las cimas doradas iluminadas
Suben con el sol brillante
Que sustituye la luna pálida
Con una fuerza constante.

Los montes contienen secretos,
Escondiendo un río
Que fluye como los pensamientos
Por el prado sombrío.

Las cimas fueron esculpidas
Por las manos de Dios
Que da ternuras eternas
A los seres efímeros.

Los montes consuelan las casas
Que, acurrucados, lloran,
Como las madres mecen las niñas
Mientras los ángeles oran.

Las cimas, feroces con certeza
Rasgan el cielo arriba del mundo:
Esperanza en medio de tristeza,
Fortaleza para el vagabundo.

7.5.10

Un Noche con el Zombi de Ciencias

Un día en Monte San José durante almuerzo, dos chicas hablaban sobre una leyenda escolar. Una de las chicas dijo el cuento:

Cuando la escuela abrió, hubo un accidente terrible. A altas horas de la noche, una profesora de ciencias realizaba un experimento. Por casualidad, mezcló los químicos incorrectos y hubo una explosión que le transformó en un zombi. Ahora, durante la noche, el zombi profesor vaga por los pasillos y busca chicas para comer.

Las chicas ya habían oído este cuento y dudaban que fuera verdad. Otras habían jurado a ver el zombi pero las chicas decidieron verlo con sus propios ojos. Planearon pasar la noche en la escuela.

Las chicas escondieron hasta que la escuela cerró. A medianoche las chicas entraron a hurtadillas el laboratorio en el cuarto 208. Mientras miraban alrededor del laboratorio, de repente la puerta chirrió cerrada. Las chicas gritaron y quisieron empujar la puerta pero no funcionó. De repente una figura salió del armario. Las chicas gritaron y empezaron a correr. El zombi persiguió a las chicas por todas partes de la escuela. El zombi cogió a una de las chicas, Anita. Anita le gritó a María por ayuda. María temió que el zombi la cogiera también pero no pudo correr. Al final, el zombi les había cogido a ellas. Temían que el zombi les comiera. De repente las chicas se encontraron en la oficina. Mientras las chicas gritaban el zombi limpió su cara. ¡No era un zombi después de todo – era su profesora de ciencias! Se sentían muy tontas. La profesora les regaño y exigió que las chicas llamaran a sus padres. Pero cuando las chicas salían, ellas miraron por la ventana. ¡Juraron que ellas vieron a un zombi verdadero!